Viví debajo de un aguamanil, puerco.
Por basto, rompí pimpinas y los vasos de vidrio.
Horas estuve en el Sorrocloco, en el níspero,
cantando rancheras.
Manina Bibiba, la monja, me desnudó delante de todos,
me vistió de mujer: yo había cortado a mi hermana
poque se burló de mí en el espejo,
y a Biyiyo el Cabezón, le saqué sangre.
En la casa de la calle Comercio,
el gato que ahorcaba gritó. Me metieron en el cuarto de los parapetos,
con el diablo.
Yo era menos nervioso que ahora
y podía andar por las orillas de las casas;
era más flaco que ahora
No volvía sino tarde, en cuatro patas,
dizque mordido de culebra,
preparado para la pela y el castigo.